Desde 1912, en México se construyeron aviones y motores, siendo el primero el avión diseñado por Juan Guillermo Villasana, precursor de la aviación mexicana, quien bautizó su creación con el nombre de “Latinoamérica”, aeronave basada en un modelo Deperdussin, con espacio para una sola plaza.
El total de aeronaves construidas en México desde mediados de los años veinte y hasta antes de la Segunda Guerra Mundial, fue de 12 Sesquiplanos Azcárate, dos bimotores Lascuráin, tres biplanos Sea, 10 biplanos Ares, cinco monoplanos Teziutlán, un monoplano Balbuena, un biplano escuela en San Luis Potosí y tres Baja California (el BC-1, BC-2 y el BC-3), estos últimos fabricados en Tijuana por Flavio Rivera. Adicionalmente, bajo licencia norteamericana, también se construyeron 32 Corsarios y se armaron 10 biplanos Fairchild, éstos en la fábrica Azcárate.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en México se manufacturaron aeronaves para la aviación agrícola: la fábrica de aviones Anáhuac construyó los aviones fumigadores Tauro, mientras que Aeronáutica Agrícola Mexicana construye los equipos AAMSA Quail y Aeroservicios Bárcenas produce el Bárcenas B-01. Finalmente, el Instituto Politécnico Nacional construye, junto con la Armada de México, siete aeronaves utilitarias “Tonatiuh” en 1978.
En los años siguientes grandes compañías de aviones como Bombardier, montarían sus fábricas en diversas partes de la república, llegando a posicionar a México en el lugar número 10 de fabricación de partes de aviones en el mundo.
Actualmente México se encuentra desarrollando la industria de la fabricación de UAVs o (unmanned aerial vehicles, por sus siglas en inglés). La compañia responsable de esto es Hydra Technologies de México, empresa de origen mexicano que ha logrado diseñar aviones como el S4 Echécatl y el Gavilán, aviones no tripulados que son utilizados para labores de vigilancia y lucha contra el crimen organizado.
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